martes, 23 de marzo de 2010

Que cansancio....




Cansancio, hastío, rebeldía, impotencia. Y así se me ocurren un buen número de adjetivos que sean capaces de describir mis sensaciones. Me cansó de leer corrupciones y de escuchar y ver como otros me dicen que tengo que hacer o no hacer, me fatiga leer los mismos periódicos sabiendo lo que van a decir, me agota tanto imbécil de primera página.

Estoloarreglamosentretodos, ahora sí que sí, y ¿qué fue lo que nosotros estropeamos? Estudiamos nuestras carreras e hicimos másters, nos levantamos cada día a las siete de la mañana para ir a un taller o poner tantos ladrillos como para construir un nuevo Escorial, pagamos los tomates y la leche a precio de manjar y tenemos hipotecas que heredarán nuestros hijos, mientras tanto ustedes vivían a tutiplén entre recalificación y recalificación y fiestas de inauguración de sus mil y una obras a precios millonarios y ancha era Castilla, y ahora lo arreglaremos entre todos, ¡qué gran idea!

Aquí ya no se lleva aquello de quien la hace la paga, ahora la consigna parece ser: unos la hacen y la pagamos todos. Y uno ya no sabe ni que pensar, quizá nos toman el pelo, quizá es una broma de mal gusto, pero no todo es cierto como la vida misma. A mí estas campañas de sensibilización creo que me sensibilizan pero para mal. Para cabrearme y pensar que hay mucho mangante jodiendo al personal.

Pero todos quietos, esperando a que el chaparrón pase, aplicando el cuento de que nunca llovió que no parara, y los que se ahoguen por el camino, serán daños colaterales.

Y venga reuniones y gabinetes de crisis y medidas excepcionales. Por papeleo que no sea, ahora eso sí, de ahí a que a pie de calle se note algo media un trecho. Probablemente sea cierto que el factor psicológico de una crisis juegue un papel fundamental, y la sensación de estar contra las cuerdas, haga que incluso se contraiga el gasto por debajo de lo que algunos se puedan permitir, pero claro a los mileuristas y a los que no llegan a tan “estupendo sueldazo”, con hipotecas y alquileres, gastos y más gastos, y que piden que todos los meses sean como febrero, pequeños, para llegar a fin de mes, las consignas estas psicológicas les deben de hacer una gracia, de no parar de reír.

Ahora todo parece estar tan enredado, que uno piensa que es imposible hacer nada, y la impasibilidad define a unas sociedades que se agotan en su día a día sin ser capaces de decir esta boca es mía. Sindicatos que no protestan, universitarios que no contestan a nada, y el sueño de mayo del 68 un hito para los libros de historia que parece imposible de intentar, y no hablo de hacer revoluciones así, a las bravas, pero creo que sería conveniente poner los puntos sobre varias íes. Sociedades cada vez más individualistas, que nada tienen que decir mientras no les toquen lo suyo, y un sálvese quien pueda son instrumentos nefastos para mover a una colectividad aletargada.

Y luego uno se entera de que los políticos piden a los grandes medios que no se hagan eco de lo que cobran para no soliviantar al personal. Qué bonito es esto de haz lo que yo digo pero no lo que yo hago, y los políticos y empresarios que han estado y están trincando te dicen a ti sociedad: cobra mil euros, pero gasta para fomentar el consumo, no me ves a mí que me sacrifico y compro palacetes en Palma. No protestes porque esta es una crisis del mundo mundial y ahorra utilizando el transporte público aunque sea por el medioambiente, y si yo voy en unos Audis que son la leche, es tan sólo para ayudar a la economía alemana, que para eso somos Europa. Esto pasará y vendrán tiempos mejores, no te desesperes ante la cola del paro, mientras tanto yo, para matar el tiempo, voy con mis amigos diputados a ver como se cría el plátano canario y las alcachofas de Tudela, ambos sin duda elementos claves para combatir la crisis y menguar el gasto público. Confía en lo público, entre tanto, mis hijos estudian en los colegios de élite privados, pongamos en el British Council del obrero barrio de Somosaguas. Y arrima el hombro mientras yo lo separo. Y la sociedad parece decir amén.

Que cansancio me producen. Cuanta incompetencia e indecencia, son muchos ejemplos de nada y aún así se permiten el lujo de decirnos lo que está bien o mal. Cojonudo.
Me desahogo, probablemente no consigo nada escribiendo todo esto, vamos seguro que no, pero me da igual. No pienso callarme ante tanta mala leche, porque oigan ustedes, lo poco agrada y lo mucho cansa, y ustedes con sus rollos macabeos y sus discursos arrogantes, con sus viajes, sus coches y festines a cuenta de todos, con sus sueldos de rico y sus consejos de pobres, con tan poca vergüenza y tanta desfachatez, me tienen hartita.

Eva

2 comentarios:

  1. Aunque hace poco que sigo tu blog lo he leído desde la primera mayúscula que has tecleado hasta el último punto y final. He de decirte que estoy de acuerdo contigo en la mayoría de las cosas, aunque en otras no tanto, aún sí, me he decidido a dejarte este comentario para darte desde la distancia un sincero "ánimo" para que continues escribiendo.

    Un saludo.

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  2. Hola, muchas gracias por tus ánimos y por perder parte de tu tiempo en leerme. Un saludo. Eva.

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