lunes, 6 de septiembre de 2010

Punto y seguido...




Hace casi seis meses que no vengo por aquí, en absoluto había olvidado el lugar, tan sólo estaba deambulando por otros sitios. Ahora que las chanclas están a punto de entrar en el armario justo al lado del bañador, encuentro de nuevo un rato para ponerme a escribir.

De este verano me quedó con tres cosas inolvidables. La primera, volver a sentir durante un instante la satisfacción del trabajo bien hecho, al tiempo que una pequeña sonrisa inconsciente y pegadiza, me recordaba que todavía uno puede sentirse orgulloso de lo conseguido. En segundo lugar, tengo en mi cabeza los sonidos del violín de Leticia Moreno, y no sólo por ser maravillosos, sensibles y pasionales sino porque es un lujo que alguien como ella haga sonar esas cuerdas de una forma tan mágica en uno de los paisajes que más adoro, las montañas de León. El último recuerdo será para un largo viaje hasta Indonesia. Allí disfrute de espectaculares amaneceres, de playas salvajes y de templos que te trasladan a un mundo que súbitamente, se convierte en misterioso e irreal, pero sobre todo, me encontré con ejércitos de personas amables y sonrientes, al principio me sorprendí, me extrañe, pero no mucho después uno comprende que es magnífico no ver esas caras grises y con el ceño fruncido con las que nos cruzamos a cada paso. Probablemente no tienen mucho, quizá la mayoría nunca consiga llegar a ser como esos modelos globales que salen en fotografías inmensas que recorrer las carreteras del país, pero sonríen, te sonríen.

Y aunque rompa la cronología, así a las bravas, le haré un hueco a un recuerdo anterior, cuando todavía no había llegado mi verano, es decir a partir de mediados de Julio. Cervezas, patatas fritas, nervios, gritos y por fin goooool, y acto seguido, el jolgorio se instaló en mi casa cuando fuimos, por fin, los campeones del mundo, del mundo mundial, que alegrón. Porque aunque ahora hay legiones de jovencitas que persiguen a los futbolistas por aeropuertos y estadios de todo el mundo, en mi infancia fui rara avis, un "machopirolo" que dicen en mi tierra, porque me gustaba el fútbol cuando todavía era una cosa de niños y de futbolistas sin tatuajes ni mechas. Así que como futbolera de toda la vida, la copa del mundo mereció un whisky de celebración. Chinchín.

Llegó Septiembre, el principio de un nuevo año cuando eres escolar y cuando Diciembre sólo significa vacaciones y regalos, ahora cuando tu número de cumpleaños tiene ya una suma de números respetable, el noveno mes del año es la vuelta al sonido del despertador, el tránsito hacia el otoño, la cuenta atrás para el próximo verano. La hora de volver a empezar o simplemente de continuar. Punto y seguido.

La foto en esta ocasión es del templo budista de Borobudur, un lugar fascinante que sin duda vale la pena ver al menos en una ocasión.

Eva

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