martes, 5 de enero de 2010

2010...




Vuelvo un mes después, ahora que ya he digerido el turrón y los excesos, bebido el champán del inicio del nuevo año y cuando ya sólo faltan por llegar SS.MM los Reyes Magos de Oriente, a los que durante muchos años les dejé al lado de la ventana tres copitas, unas galletas y agua para los camellos.
Ha sido un mes de viajes y maletas, de estaciones de autobús y aeropuertos, de cajas de mudanza. He dejado atrás el bullicio de la capital, al que ya me había acostumbrado pero que cada vez me parece más agotador. He vuelto como dicen los anuncios a casa por navidad, y allí, como siempre, he encontrado las mismas voces, los mismos olores, la nieve y todo tal y cómo lo dejé la última vez y eso me gusta. Ahora miro a través de una ventana al mismo Mediterráneo al que cantó Serrat, y todo es calma, a veces incluso demasiada, pero sé que cuando me vaya lo extrañaré, y desde aquí me asomo al 2010, ¡qué rápido se pasa el tiempo! Y más cuando la vida es errante, de aquí para allá, dejando cosas atrás al mismo tiempo que llegan otras nuevas.
Tengo cómo todos propósitos de año nuevo, dejar de fumar, seguir manteniendo mi talla 38 del grupo inditex, aprobar unas oposiciones y sobre todo ser mejor persona y conseguir ayudar a otra gente. Normalmente a medida que avanza cada año recién estrenado algunos se van diluyendo, y sigues viendo con frecuencia a la estanquera, cada abril toca hacer la dieta que te permitirá ponerte la ropa del año pasado y etc. Pero creo que este puede ser un buen año y quizá, esta vez sí, los propósitos se conviertan en hechos reales.
Esto se acaba aquí de momento, pero ahora que ya no hay empachos, ni copitas de más y que ya estoy de nuevo instalada y con todo en su sitio, o casi, volveré aquí con más asiduidad para seguir escribiendo.

Hoy la foto es para el delicioso invierno de Nueva York.

Eva

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